Claude Debussy  (1862 - 1918)

Epoca: Modernismo

Obras Representativas:


Arabesque nº1
Preludio a la Siesta de un Fauno
Suite Bergamasque (Claro de luna)

Origen
Nacido en el seno de una familia modesta sin preocupaciones artísticas, desde pequeño gozó de la protección de un acaudalado mecenas, Achille Rosa. Una discípula de Chopin, madame Mauté de Fleurville, lo preparó para afrontar los exámenes de piano para acceder al Conservatorio de París, que Debussy superó con brillantez cuando contaba diez años.

Viaje a Rusia
A los 17 años de edad conoció a Nadejda von Meck, quien era mecenas de Chaikovski. Ella lo llevó como su "músico privado" en un viaje por Florencia, Venecia, Viena y Moscú. En Rusia Debussy conoció la música de compositores como Alexandr Borodín, Mili Balakirev y Modest Músorgski, así como el folclore ruso y gitano.

Prix de Rome
A su vuelta a París, Debussy empezó a distinguirse por su inconformismo, su desprecio por las reglas académicas y su singular imaginación en el terreno de la armonía, cualidades que le acarrearon la enemistad de los profesores más conservadores del conservatorio. Aun así, en 1884 obtuvo por su cantata El hijo pródigo el máximo galardón que concedía el conservatorio, el prestigioso Prix de Rome, que consistía en una beca por dos años en la villa Médici. Desde allí Debussy enviaba nuevas composiciones al comité del Grand Prix. Entre estas obras se encuentran la suite sinfónica Printemps (Primavera) y la cantata La señorita elegida (basada en el poema La doncella bienaventurada del escritor inglés Dante Charles Gabriel Rossetti).

Impresionista y simbolista
Sus obras de ese período revelan la fascinación que el futuro autor de Pelleas et Melisande sentía entonces por la música de Richard Wagner. Su estilo no empezó a adquirir un carácter personal hasta La demoiselle elue, cantata de inspiración simbolista que en su ambigua armonía y su gusto por lo indeterminado, la insinuación matizada y el ornamento refinado anuncia ya algunas constantes de su producción. Aunque su música se califica de impresionista, algunos autores la hallan más cerca de la poética simbolista que del impresionismo pictórico de Claude Monet o Camille Pissarro.

Obras innovadoras
En 1894 compuso su primera gran obra maestra, el Preludio a la siesta de un fauno, partitura orquestal inspirada en un poema del poeta simbolista Stephane Mallarmé en la cual la música adquiere una dimensión puramente sonora. Algo similar puede decirse del posterior Pelleas et Melisande (Peleas y Melisenda), un drama lírico basado en una obra del poeta belga Maurice de Maeterlinck que sobresale por su atmósfera evocadora e indefinida, alejada de todo pathos romántico. Su estreno convirtió a Debussy en la cabeza de la nueva generación de músicos franceses, a pesar de la hostilidad con que esta ópera innovadora y audaz fue acogida por la crítica y un sector del público.

Saltos adelante
El tríptico sinfónico La mer supuso un nuevo salto adelante en el desarrollo de su estilo y un alejamiento de la estética de Pelleas et Melisande que no todos sus seguidores comprendieron ni aceptaron. Estrenada esta partitura en 1905, ese mismo año estuvo marcado por el escándalo público que supuso el divorcio del músico y su unión con Emma Bardac, esposa de un rico banquero.

Cáncer
En 1909 le diagnosticaron un cáncer, que acabaría con su vida 9 años después. A raíz de la entrada de Francia en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), su ideología y su música derivaron hacia posicionamientos de clara inspiración nacionalista. Murió desesperado el 25 de marzo de 1918, cuatro días después del comienzo de una poderosa ofensiva de los alemanes en Arrás (150 km al norte de París), que paradójicamente llevaría a los alemanes a perder la guerra pocos meses después.

La opinión de Pierre Boulez
Para el compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez (1925-), «sólo a Debussy podemos situarlo junto a Anton Webern en una misma tendencia a destruir la organización formal preexistente en la obra, en un mismo recurrir a la belleza del sonido por sí mismo, en una misma pulverización elíptica del lenguaje». Para Boulez el verdadero precursor de la música contemporánea es Debussy, y no la tríada Ígor Stravinski, Arnold Schönberg y Bela Bártok: sin su obra no se entendería no sólo a Ravel, sino tampoco la de Edgard Varèse u Olivier Messiaen. Fue Debussy quien, al romper con la forma clásico-romántica de su tiempo, descubrió un lenguaje musical nuevo, libre, oscilante, abierto a otras posibilidades. Un lenguaje que, aunque tenía su origen en Wagner, establecía una alternativa diferente al modelo propuesto por éste en todos los parámetros que rigen la composición musical. A pesar de ello, no hay que ver en Claude Debussy un artista iconoclasta que reacciona contra el legado del pasado: la tradición, sobre todo la del barroco francés, reviste una trascendental importancia en su música, particularmente en sus últimas composiciones, tales como las tres sonatas de cámara. Esta dualidad otorga al legado debussiano su perenne actualidad.
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