Dios de la mitología romana que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de perfil, su templo se cerraba en tiempos de paz. Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso el mes de enero, el primero del año, recibe este nombre en su honor. Su representación habitual es bifronte, esto es, con dos caras mirando en direcciones opuestas. Es el dios de los cambios y las transiciones, de los momentos en los que se traspasa el umbral que separa el pasado y el futuro. Su protección, por tanto, se extiende hacia aquellos que desean variar el orden de las cosas. Se le honraba cada vez que se iniciaba un proyecto nuevo, nacía un bebé o se contraía matrimonio. Como Prometeo, es una suerte de héroe cultural ya que se le atribuye entre otras cosas la invención del dinero, las leyes y la agricultura.
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